_¡Viniste!-dije llena de contento.
Lo tenía delante de mí sonriendo, con sus manos apoyadas en sus caderas, como esperando que yo lo abrazara.
Mi gozo espontaneo y un movimiento instintivo, le extendieron mis brazos, y sin medir lo que hacia, lo abracé con enorme afecto, perdiendo con mi espontaneidad, toda la distancia que habia mantenido para no transparentar lo que por dentro de mí, sentía. Y sobre mis brazos, sentí los suyos y su regocijo de encontrarnos otra vez.
Me miró.
-El hombre siempre vuelve.
L’homme revient toujour.