El nombre de Andriev es Andriev Ylworoslov, pero yo lo conocí como Andriev Vudrov.
Sus años y su procedencia, su país de origen, su oficio y sobre todo su seguridad, lo convirtieron ante mí en un ser alucinante y sin preceden- tes.
Su estatura sobrepasaba la mía de los hombros para arriba; sus cabellos lisos y claros cortados todos en orden detrás de sus sienes; su distinguido aplomo, su imperturbable seriedad y sobre todo, un perfecto control para sostener la mirada, todo esto, lo hacía muy diferente a los chicos que alguna vez había conocido.
